Indirectamente, la alimentación de las plantas depende de los animales, ya que los desechos de estos recuperan los nutrientes del suelo, y general parte del carbono atmosférico que los vegetales requieren para vivir.
Pero algunas plantas, a lo largo de la evolución, han sumado a su régimen habitual la capacidad de alimentarse directamente de animales. ¿Y quiénes suelen ser las principales víctimas? Los insectos.
Existen dos clases de plantas con flores carnívoras: las atrapadoras activas y las pasivas. Entre las primeras, la Dionaea muscipola es la más famosa. Su hoja se cierra como una bisagra cuando un grillo o una araña tiene la mala suerte de tocarla.
Entre los atrapadores pasivos se destacan las plantas jarro, donde toda la hoja funciona como un recipiente. Como en el género Sarracenia de Norte América. Mediante colores y aromas, la presa es atraída hasta el interior del jarro, donde es atrapada y digerida por el líquido de la trampa.
Otras plantas funcionan como un “papel cazamoscas”; es el caso de las especies de los géneros Drosera y Pinguicola. Poseen glándulas en sus hojas, que segregan unas gotas adhesivas. Los insectos voladores, fascinados por el color o el mismo brillo de esas gotas, se posan... y quedan pegados. Sus esfuerzos por escapar excitan más glándulas, y es peor.
La cantidad de presas que puede atrapar una planta carnívora es notable. En un experimento realizado, una hectárea de Drosera capturó en poco tiempo seis millones de mariposas. De las aproximadamente 250.000 especies de plantas con flores, sólo unas 400 son carnívoras. La mayoría subsiste en hábitats pobres en nutrientes. Pero no en insectos.
Pero algunas plantas, a lo largo de la evolución, han sumado a su régimen habitual la capacidad de alimentarse directamente de animales. ¿Y quiénes suelen ser las principales víctimas? Los insectos.
Existen dos clases de plantas con flores carnívoras: las atrapadoras activas y las pasivas. Entre las primeras, la Dionaea muscipola es la más famosa. Su hoja se cierra como una bisagra cuando un grillo o una araña tiene la mala suerte de tocarla.
Entre los atrapadores pasivos se destacan las plantas jarro, donde toda la hoja funciona como un recipiente. Como en el género Sarracenia de Norte América. Mediante colores y aromas, la presa es atraída hasta el interior del jarro, donde es atrapada y digerida por el líquido de la trampa.
Otras plantas funcionan como un “papel cazamoscas”; es el caso de las especies de los géneros Drosera y Pinguicola. Poseen glándulas en sus hojas, que segregan unas gotas adhesivas. Los insectos voladores, fascinados por el color o el mismo brillo de esas gotas, se posan... y quedan pegados. Sus esfuerzos por escapar excitan más glándulas, y es peor.
La cantidad de presas que puede atrapar una planta carnívora es notable. En un experimento realizado, una hectárea de Drosera capturó en poco tiempo seis millones de mariposas. De las aproximadamente 250.000 especies de plantas con flores, sólo unas 400 son carnívoras. La mayoría subsiste en hábitats pobres en nutrientes. Pero no en insectos.
2 comentarios:
Este articulo pertenece a Ma Isabel zambrano por error tiene la etiqueta de Leonardo
Este articulo pertenece a Ma Isabel Zambrano por error tiene la etigueta de Leonardo.
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